Hernández

HERNÁNDEZ

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José Jorge García Hernández nace en 1965 en Nopala, Hidalgo y también en el Distrito Federal. Este hecho inexplicable provoca en él una grave disociación de la personalidad que lo llevará, con el paso del tiempo, a convertirse en dos personas distintas.

 

Jorge García: Realiza sus estudios primarios encerrado en el baño, donde conoce las obras completas de la literatura universal, prometiendo algún día leerlas. Es el precursor del proyecto educativo más ambicioso de la historia: instalar bibliotecas en los baños públicos y viceversa. Se inscribe en las Academias Patrulla en la carrera de Técnico dental. Por error, asiste cinco años al edificio de junto, que resulta ser el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC), donde termina la carrera de cineasta gracias a su talento para preparar las prótesis dentales de sus maestros. En el CUEC, al graduarse como director de cine y guionista, se jubila con todo éxito. Desde entonces, no ha vuelto a filmar nada, cosa que la industria cinematográfica del país agradece enormemente.

 

José Hernández: Estudió la carrera de pintura en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP), y actualmente imparte un post-doctorado de migajón artístico y figuritas de porcelana. Gracias a sus cualidades plásticas –o, mejor dicho, a la ausencia de éstas– se dedica a la caricatura política desde 1994, colaborando en revistas como Mira, El Chahuistle, El Chamuco y Milenio Semanal. En el año 2000, provoca la conmiseración de Federico Arreola, quien le ofrece un espacio en Milenio Diario, para poder vivir honradamente. En 2001, debido a un lamentable error atribuido a la inexperiencia del gobierno foxista, recibe el Premio Nacional de Periodismo.

Junto con El Fisgón y Helguera, y a pesar de todos los esfuerzos para evitarlo, ha publicado los libros “El sexenio me da pena” (Grijalbo, 2000) y “El sexenio se me hace chiquito” (Grjalbo, 2003), así como “La canallada del desafuero para principiantes” (Grijalbo, 2005), en co autoría con El Fisgón.

En septiembre de 2005 se radicaliza y se lleva sus mono a las páginas de La Jornada. No contento con ello, a partir de octubre del mismo año, junto con Helguera, perpetra la sección “Mono Sapiens” del semanario Proceso. A partir de febrero de 2007, codirige junto con Rius, El Fisgón, Helguera y Patricio, la segunda época El Chamuco, pasquín ortodoxo, cuadrado y catorcenal, lleno de caricaturas infamantes.